Un grupo de científicos estadounidenses liderados por el Dr. Marius Wernig de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, consiguió transformar células de la piel en un neuronas, utilizando solamente cuatro factores de transcripción. Los resultados de este experimento fueron publicados en la última edición de la revista Nature. Wernig explica que el origen de este trabajo puede encontrarse en otro, publicado hace aproximadamente un año, en el que se consiguieron transformar células del fibroblasto de ratones en neuronas. En esa oportunidad se utilizaron tres factores de transcripción: Ascl1, Brn2 (conocido también como Pou3f2) y Myt1l. Estas neuronas inducidas (iN, por induced Neurons) expresaban casi todas las proteínas específicas de las neuronas, podían generar impulsos eléctricos y eran capaces de formar sinapsis (conexiones neuronales) funcionales. El paso siguiente fue determinar si los mismos factores de transcripción utilizados en el experimento con ratones pero aplicado a células madre embrionarias humanas (hESC, por human Embrionary Stem Cells). Y el resultado fue bueno, el grupo logró demostrar que los factores de transcripción usados en ratones funcionaban también en células humanas, consiguiendo neuronas inducidas a partir de hESC. Apenas transcurridas 24 horas de haber sido aplicado el proceso, las nuevas neuronas ya eran capaces de expresar ciertas proteínas específicas. A los tres días ya adquirían la forma típica de las células cerebrales, y a los seis días ya podían generar impulsos eléctricos. El paso siguiente era determinar si este proceso funcionaba con células ya diferenciadas.
Para ello estudió el efecto de los factores de transcripción en células de fibroblasto humano fetal y hasta 10 días después del nacimiento (células diferenciadas). En este último caso, las células aún presentaban una morfología propia de las neuronas inmaduras, evidenciando que algo estaba fallando. Dispuestos a resolver el problema, comenzaron a aplicar otros factores además de los Ascl1, Brn2 y Myt1l, y luego de probar con un par de decenas de ellos, dieron con uno que favorecía el desarrollo de las neuronas: el NeuroD1. El uso de estos factores permitió la diferenciación, aunque con baja eficiencia, de células provenientes de la piel de un niño de 11 años. Esta tecnología podría aplicarse en un futuro como alternativa para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el parkinson o alzheimer.
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