El juego no ha cambiado en lo más mínmo. Los díalogos siguen siendo los mismos, al igual que los puzzles. Sin embargo, el resto de las cosas han cambiado por completo. Los gráficos han sido actualizados por completo, con un nuevo y, posiblemente cuestionable, estilo artístico y un excelente agregado de voces. Aunque uno de nuestros mayores temores era que arruinen la mayoría de las bromas porque estaban habladas, este no es el caso. Los talentos actorales que debutaron en The Curse of Monkey Island han vuelto y, una vez más, Dominic Armato demuestra que es el Guybrush perfecto.
Al ser un juego que no se basaba en gráficos o mecánicas, sino en historia y personajes, sigue siendo tan fresco como lo fue el primer día. Los personajes son muy queribles y las bromas espectacularmente ridículas. Lo único que queda por pensar una vez que acaba es, ¿por qué no hay juegos como estos hoy en día?
Y hablando de juegos modernos que valen realmente la pena solo se me ocurren unos pocos:
The Longest Journey
Fahrenheit, este juego es muy innovador sobre todo en la modalidad de juego, muy bueno!
Braid
Trine
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